Derribados, Pero No Vencidos es una profunda reflexión sobre el espíritu humano y la fe en Dios. Es la historia de los presos y cárceles políticas de Cuba desde la perspectiva sicológica y espiritual de uno quien fue derribado pero no vencido. Esta narrativa en forma poética tiene la profundidad de los escritos de Solzhenitsin y Victor Frankel. El autor trata sobre el hambre, la incertidumbre y los atropellos, sobre la fraternidad entre los presos y sobre Dios quien parece callar en medio de semejante sufrimiento. El recuento de las visitas de un gorrión a la ventana de su celda y las vocecitas de niños que llegaban de visita con sus madres estremecen por su belleza.
A lo largo del libro el autor, Jorge Arrastía, relata como la fe en Dios le sostuvo a él y a sus compañeros y amigos vilmente tratados. Narra liturgias de la Palabra, confesiones y un bautizo. En medio de ese cruel tratamiento rezaban, y leían el libro Camino de san Josemaría Escrivá. Habían copiado el texto en un par de cuadernos y sus puntos les daban fuerza para detener el intento de quienes querían destrozarles. Arrastía resume la línea de fondo del libro - ¡Yo era hijo de Dios! Yo no era dueño del mundo, pero era hijo del dueño. Nada podía suceder que Dios no lo permitiera para mi bien; había un propósito, un fin.
Recomiendo vivamente la lectura pausada de este poema a la libertad humana, poema en el cual se descubre la dignidad del ser humano y la cercanía de Dios.
- Padre Juan Vélez
Abril 2020
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Derribados, Pero No Vencidos
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